
“(…) En la carpa de la Plaza de Alfonso XIII puede admirarse, además, una talla especialmente significativa. El Cristo cargado con la cruz intentando levantarse del suelo. La obra está cargada de plasticidad y muestra el sufrimiento de un hombre que camina hacia la crucifixión.
El título es “Tercera Caída”, es obra de Manuel Cacicedo y se encuentra depositado en la Parroquia de San Román de la Llanilla. No sale en procesión por decisión de la propia Parroquia. Su exhibición ha sido posible gracias a las gestiones del concejal Jesús Ceballos, vecino de San Román y artífice de la exposición de Pasos procesionales en pleno centro de Santander…
Juan Carlos Flores Gispert – 2 de abril de 1993”
Y es que, actualmente – insisto, redacto a finales de la Semana Santa de 2004 – la “Tercera Caída” no desfila por las calles de Santander ni de ninguna otra – aunque ya suenan rumores de su pronta incorporación a la Semana Santa santanderina –. Sin embargo, por el momento, lo sigue haciendo por las calles de los corazones de aquellos que seguimos creyendo en las cosas que se hacen por y para los demás. Así lo pensaba Cacicedo cuando labró la que es considerada una de las grandes obras maestras de la imaginería del siglo XX. Y también lo pensaba el fotógrafo Ángel de la Hoz, cuando realizó la instantánea a color de la imagen para el cartel de 1985.
Igualmente Cacicedo compuso un más que soberbio poema dedicado e inspirado en su obra maestra y, curiosamente, este mismo texto fue aprovechado por sus familiares para transcribirlo en los recordatorios funerarios del artista. Y como no podía ser de otra manera, ambas obras de este gran imaginero están ahí, para la posteridad:
¡Gracias, Señor! porque un día
por peso enorme agobiado,
fui vencido y derribado
en dura y pendiente vía.
Al ver mis miembros llagados,
casi exangüe y agotado,
te vi a Ti, Señor, cargado
con la cruz de mis pecados.
Y allí, sí, en aquel instante,
dije: “¡Señor!, en un leño
he de plasmar lo que sueño
como una imagen constante”.
Y ocupado en la tarea,
mis ojos se humedecieron,
se arrasaron y vertieron
lágrimas sobre la tea.
Porque yo, Señor, quería
decirte algo a mi manera
y te lo dije en madera,
que es como mejor podía.
Que todos cuantos te ven
se sientan fortalecidos
para no verse caídos
es lo que te pido. ¡Amén!
El título es “Tercera Caída”, es obra de Manuel Cacicedo y se encuentra depositado en la Parroquia de San Román de la Llanilla. No sale en procesión por decisión de la propia Parroquia. Su exhibición ha sido posible gracias a las gestiones del concejal Jesús Ceballos, vecino de San Román y artífice de la exposición de Pasos procesionales en pleno centro de Santander…
Juan Carlos Flores Gispert – 2 de abril de 1993”
Y es que, actualmente – insisto, redacto a finales de la Semana Santa de 2004 – la “Tercera Caída” no desfila por las calles de Santander ni de ninguna otra – aunque ya suenan rumores de su pronta incorporación a la Semana Santa santanderina –. Sin embargo, por el momento, lo sigue haciendo por las calles de los corazones de aquellos que seguimos creyendo en las cosas que se hacen por y para los demás. Así lo pensaba Cacicedo cuando labró la que es considerada una de las grandes obras maestras de la imaginería del siglo XX. Y también lo pensaba el fotógrafo Ángel de la Hoz, cuando realizó la instantánea a color de la imagen para el cartel de 1985.
Igualmente Cacicedo compuso un más que soberbio poema dedicado e inspirado en su obra maestra y, curiosamente, este mismo texto fue aprovechado por sus familiares para transcribirlo en los recordatorios funerarios del artista. Y como no podía ser de otra manera, ambas obras de este gran imaginero están ahí, para la posteridad:
¡Gracias, Señor! porque un día
por peso enorme agobiado,
fui vencido y derribado
en dura y pendiente vía.
Al ver mis miembros llagados,
casi exangüe y agotado,
te vi a Ti, Señor, cargado
con la cruz de mis pecados.
Y allí, sí, en aquel instante,
dije: “¡Señor!, en un leño
he de plasmar lo que sueño
como una imagen constante”.
Y ocupado en la tarea,
mis ojos se humedecieron,
se arrasaron y vertieron
lágrimas sobre la tea.
Porque yo, Señor, quería
decirte algo a mi manera
y te lo dije en madera,
que es como mejor podía.
Que todos cuantos te ven
se sientan fortalecidos
para no verse caídos
es lo que te pido. ¡Amén!