



“La Cofradía de la Real y Militar Orden de Nuestra Señora de la Merced se funda en Santander el día cuatro de mayo de 1942, siendo la primera Cofradía de Excautivos de la Guerra Civil que surge en España. Su primitivo Reglamento se reforma y organiza adecuadamente el veinticinco de abril de 1945 y la Junta de Gobierno, en sesión celebrada el once de mayo del mismo año, nombra por unanimidad Socio de Honor al Obispo de la Diócesis, monseñor Eguino y Trecu, al mismo tiempo que confiere la dignidad de Hermano Abad Honorario al Gobernador Civil, don Joaquín Reguera Sevilla, en agradecimiento a su constante colaboración con la Hermandad.
Con motivo de la concesión del título de Archicofradía, agregada a la Matriz de Roma, la asociación introduce modificaciones a su reglamento en 1949, aprobadas por el Capítulo General el día quince de febrero y por el Obispo de la Diócesis el dieciocho. Desde entonces ostenta la denominación actual de “Archicofradía de la Celeste, Real y Militar Orden de Nuestra Señora de la Merced”.
Al sustituirse la designación de Hermano Abad por la de Hermano Mayor en esta modificación, ya figura como Hermano Mayor de la Asociación el Jefe del Estado, don Francisco Franco Bahamonde, pasando a ostentar don Joaquín Reguera Sevilla la designación de Vice-Hermano Mayor. Con motivo del primero de estos dos nombramientos, cabe decir que Franco envió diversos mensajes a la Cofradía delegando su presentación en las procesiones de Viernes Santo en la persona del Gobernador Militar, siendo por esto que los diversos señores que ostentaron tan cargo en Santander hasta 1973 desfilaron en la presidencia de esta Asociación Piadosa.
Con motivo de la concesión del título de Archicofradía, agregada a la Matriz de Roma, la asociación introduce modificaciones a su reglamento en 1949, aprobadas por el Capítulo General el día quince de febrero y por el Obispo de la Diócesis el dieciocho. Desde entonces ostenta la denominación actual de “Archicofradía de la Celeste, Real y Militar Orden de Nuestra Señora de la Merced”.
Al sustituirse la designación de Hermano Abad por la de Hermano Mayor en esta modificación, ya figura como Hermano Mayor de la Asociación el Jefe del Estado, don Francisco Franco Bahamonde, pasando a ostentar don Joaquín Reguera Sevilla la designación de Vice-Hermano Mayor. Con motivo del primero de estos dos nombramientos, cabe decir que Franco envió diversos mensajes a la Cofradía delegando su presentación en las procesiones de Viernes Santo en la persona del Gobernador Militar, siendo por esto que los diversos señores que ostentaron tan cargo en Santander hasta 1973 desfilaron en la presidencia de esta Asociación Piadosa.
La sede canónica quedó establecida en la Parroquia del Santísimo Cristo hasta que, en 1949, se trasladó definitivamente a la antigua Capilla del Patronato de la Sagrada Familia, de la calle Bonifaz, que con este motivo se convirtió en Capilla de Nuestra Señora de la Merced.
Allí se trasladó la imagen titular que preside el retablo, así como los dos grupos procesionales con que cuenta la Cofradía, el del “Ecce Homo”, efigie para vestir tallada por el artista local Andrés Novo Cuadrillero en los primeros meses de 1943 y completamente reformada por el propio autor en 1948, y “La Piedad”, conjunto seriado de los talleres “Arte Cristiano” de Olot (Gerona), adquirido en 1945 con carácter provisional y para cuyo misterio, aunque en el mismo año hicieron bocetos los escultores Andrés Novo y Daniel Alegre, entre otros, siendo aprobado este último, no llegó a realizar obra definitiva, subsistiendo hoy la primitiva.
El Hábito propio de la Cofradía está constituido por un gran manto blanco que se completa con guantes y cubrerrostro también blancos en las procesiones de Semana Santa excepto en la de Viernes, en la que tales aditamentos son negros. Igualmente, tiene la asociación el privilegio de desfilar con su Hábito en la procesión de Corpus Christi, aunque troncando el cubrerrostro por un bonete octogonal que, lamentablemente, ha caído en desuso desde hace ya muchos años.
El emblema de la Cofradía está constituido por la Cruz de Malta, en cuyo centro figura el propio de la Orden Mercedaria rematado con corona real.
En marzo de 1948, la Cofradía creo en su seno, como filial, una institución benéfico-social denominada “Hermandad de la Merced” que tuvo su propio Reglamento y Junta Directiva, constituida el veinticinco de marzo del mencionado año, y que funcionó activamente durante bastante tiempo, siendo sus fines el “atender a todas las justificadas peticiones de socorros que le sean presentadas, tanto en ayuda material como moral, y recaudar, emplear y distribuir todas las limosnas, subvenciones o aportaciones que se reciban para este fin”. Esta “Bolsa de Caridad” llegó a canalizar, en los años 50, ayudas por cifras francamente gigantes para su época.
La Cofradía entró en franca decadencia a fines de los años 60, separándose, incluso, de la Semana Santa de Santander entre 1974 y 1981. Reorganizada en esta fecha con nuevos aires penitenciales por un entusiasta grupo de jóvenes y los pocos antiguos hermanos que aún subsistían, reapareció en la Semana Santa de 1982 estrenando nuevos Estatutos el cuatro de diciembre del mismo año.
Desde entonces, sus dos tradicionales salidas de Jueves y Viernes Santo, la primera acompañando al “Ecce Homo” y la segunda con “La Piedad”, se han acrecentado con una más, al anochecer del Miércoles Santo y llevando el Paso del Cristo hasta la Cárcel Provincial, donde se libera a un preso – procedente, en ocasiones, del penal del Dueso –, cumpliéndose así una vieja aspiración de la Semana Santa santanderina y muy propia de la Merced, orden redentora de cautivos desde su fundación por San Pedro Nolasco. También fue esta Cofradía la que, a partir de 1982, recuperó la costumbre en Santander de llevar los Pasos a hombros, lo que ya hacen hoy otras Hermandades Penitenciales. Igualmente, cuenta con en la actualidad con Banda de Tambores y Cornetas propia.
A destacar además la existencia de la Sección de Ayuda a los Presos, que atiende durante el año a los mismos en la Provincial y El Dueso, organizando unos grandes festejos por septiembre (el veinticuatro, día de la Merced, y vísperas) y una considerable campaña de Reyes con el fin de proporcionar juguetes a los hijos de los penados.
Todos los domingos, a las once y cuarto, se celebra Misa pública en la Capilla y en ella suele organizar sus actos religiosos la Junta de Cofradías Penitenciales. También se da realce a la Novena (últimamente Triduo) de la Merced y el día veinticuatro de septiembre hubo, además, entre 1982 y 1988, procesión con la Virgen por las calles próximas a la Capilla.
La misma suele ser elegida para Bautizos, Matrimonios y Primeras Comuniones con bastante frecuencia. Todos los años la Cofradía celebra una misa en diciembre en memoria de sus miembros difuntos”
“Caballeros Archicofrades:
Guardad la mayor compostura, silencio y orden durante las Procesiones; tened en cuenta que no se trata de una exhibición, sino cumplimiento de nuestro Reglamento, y por lo tanto, durante ellas, habéis de meditar sobre la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo y dejar a un lado todos los demás pensamientos que se os puedan presentar”
El día que decidí ponerme a componer este “concierto de recuerdos”, y que seguramente a alguno le parezca escaso en cuanto a contenido y falto de algún comentario – por pequeño que fuera – acerca de esta o esa otra imagen, de aquel o de ese otro personaje que fuera tan importante en esto de la Semana Santa santanderina, se me ocurrió el echar mano de D. Alfredo Cantero, Fredi el “turuta”, como siempre le he conocido desde el año 1986. Y es que este Fredi, devoto de la Virgen de la Merced, miembro activo de la Archicofradía, y fetichista de fotografías, recuerdos y libros de Semana Santa – como yo – es, aparte de amigo, todo un baúl de recuerdos y anécdotas, y por eso accedió a mi petición de prestarme su material gráfico y escrito para beber de esas fuentes que han pregonado la Semana Santa de mi ciudad. Y aunque también he echado mano de gente como D. Francisco Gutiérrez Díaz – mi amigo Paco, historiador, gran escritor y orador, y autor del prólogo de todo este cúmulo de vivencias – y de las crónicas periodísticas del Diario Montañés o del periódico Alerta – artículos de Emilia Levi, Juan Carlos Flores, Elena Bilbao… – es del todo justo que ahora me acuerde de Fredi y de esos otros hermanos de cofradía, que me han ilustrado durante veinte años para poder sacar, ahora mismo, todos los recuerdos y las anécdotas que han quedado plasmadas para siempre en lo más profundo de mi corazón.
Por tanto, permítanme la licencia y dejen que empiece este capítulo de la siguiente manera y a modo de guión cinematográfico:
“Invierno 1984. Puerta de la Capilla de la Merced. Exterior noche. Sec. 0
Las noches de invierno siempre hacen acto de aparición a eso de las seis de la tarde. El sábado no ha estado del todo mal. Por la mañana, tras la catequesis de poscomunión con la Madre Encarnación en los locales de Hernán Cortes, encima de la ferretería El arca de Noe – por cierto, ya no existen ni los locales de la parroquia de Santa Lucía en esa calle ni la ferretería. Cosas del destino –, tras los juegos con los muñecos de “La guerra de las Galaxias” – acabábamos de ver hacía poco “El retorno del Jedi” en el salón del Club Bansander con un nudo en la garganta al comprobar cómo Darth Vader era el padre de Luke y moría entre los brazos de este tras dos capítulos anteriores en el que luchaban encarnizadamente con esas maravillosas espadas de colores –, y tras la película de “Sesión de tarde”, nos hemos encaminado con nuestro vecino Agustín a la puerta de la capilla de la Merced para dar comienzo a los ensayos del tambor.
Una vez en el interior, los niños de la banda, con los correajes ya puestos, hemos hecho un corro a lo largo de todo el local anexo de la capilla – local que tampoco existe actualmente – y a una orden de Víctor, hemos comenzado con la “marcha lenta” mientras Teresa y los allí presentes hacían un alto en sus quehaceres para, por espacio de unos minutos y en silencio, escuchar el ensayo…”
Allí se trasladó la imagen titular que preside el retablo, así como los dos grupos procesionales con que cuenta la Cofradía, el del “Ecce Homo”, efigie para vestir tallada por el artista local Andrés Novo Cuadrillero en los primeros meses de 1943 y completamente reformada por el propio autor en 1948, y “La Piedad”, conjunto seriado de los talleres “Arte Cristiano” de Olot (Gerona), adquirido en 1945 con carácter provisional y para cuyo misterio, aunque en el mismo año hicieron bocetos los escultores Andrés Novo y Daniel Alegre, entre otros, siendo aprobado este último, no llegó a realizar obra definitiva, subsistiendo hoy la primitiva.
El Hábito propio de la Cofradía está constituido por un gran manto blanco que se completa con guantes y cubrerrostro también blancos en las procesiones de Semana Santa excepto en la de Viernes, en la que tales aditamentos son negros. Igualmente, tiene la asociación el privilegio de desfilar con su Hábito en la procesión de Corpus Christi, aunque troncando el cubrerrostro por un bonete octogonal que, lamentablemente, ha caído en desuso desde hace ya muchos años.
El emblema de la Cofradía está constituido por la Cruz de Malta, en cuyo centro figura el propio de la Orden Mercedaria rematado con corona real.
En marzo de 1948, la Cofradía creo en su seno, como filial, una institución benéfico-social denominada “Hermandad de la Merced” que tuvo su propio Reglamento y Junta Directiva, constituida el veinticinco de marzo del mencionado año, y que funcionó activamente durante bastante tiempo, siendo sus fines el “atender a todas las justificadas peticiones de socorros que le sean presentadas, tanto en ayuda material como moral, y recaudar, emplear y distribuir todas las limosnas, subvenciones o aportaciones que se reciban para este fin”. Esta “Bolsa de Caridad” llegó a canalizar, en los años 50, ayudas por cifras francamente gigantes para su época.
La Cofradía entró en franca decadencia a fines de los años 60, separándose, incluso, de la Semana Santa de Santander entre 1974 y 1981. Reorganizada en esta fecha con nuevos aires penitenciales por un entusiasta grupo de jóvenes y los pocos antiguos hermanos que aún subsistían, reapareció en la Semana Santa de 1982 estrenando nuevos Estatutos el cuatro de diciembre del mismo año.
Desde entonces, sus dos tradicionales salidas de Jueves y Viernes Santo, la primera acompañando al “Ecce Homo” y la segunda con “La Piedad”, se han acrecentado con una más, al anochecer del Miércoles Santo y llevando el Paso del Cristo hasta la Cárcel Provincial, donde se libera a un preso – procedente, en ocasiones, del penal del Dueso –, cumpliéndose así una vieja aspiración de la Semana Santa santanderina y muy propia de la Merced, orden redentora de cautivos desde su fundación por San Pedro Nolasco. También fue esta Cofradía la que, a partir de 1982, recuperó la costumbre en Santander de llevar los Pasos a hombros, lo que ya hacen hoy otras Hermandades Penitenciales. Igualmente, cuenta con en la actualidad con Banda de Tambores y Cornetas propia.
A destacar además la existencia de la Sección de Ayuda a los Presos, que atiende durante el año a los mismos en la Provincial y El Dueso, organizando unos grandes festejos por septiembre (el veinticuatro, día de la Merced, y vísperas) y una considerable campaña de Reyes con el fin de proporcionar juguetes a los hijos de los penados.
Todos los domingos, a las once y cuarto, se celebra Misa pública en la Capilla y en ella suele organizar sus actos religiosos la Junta de Cofradías Penitenciales. También se da realce a la Novena (últimamente Triduo) de la Merced y el día veinticuatro de septiembre hubo, además, entre 1982 y 1988, procesión con la Virgen por las calles próximas a la Capilla.
La misma suele ser elegida para Bautizos, Matrimonios y Primeras Comuniones con bastante frecuencia. Todos los años la Cofradía celebra una misa en diciembre en memoria de sus miembros difuntos”
“Caballeros Archicofrades:
Guardad la mayor compostura, silencio y orden durante las Procesiones; tened en cuenta que no se trata de una exhibición, sino cumplimiento de nuestro Reglamento, y por lo tanto, durante ellas, habéis de meditar sobre la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo y dejar a un lado todos los demás pensamientos que se os puedan presentar”
El día que decidí ponerme a componer este “concierto de recuerdos”, y que seguramente a alguno le parezca escaso en cuanto a contenido y falto de algún comentario – por pequeño que fuera – acerca de esta o esa otra imagen, de aquel o de ese otro personaje que fuera tan importante en esto de la Semana Santa santanderina, se me ocurrió el echar mano de D. Alfredo Cantero, Fredi el “turuta”, como siempre le he conocido desde el año 1986. Y es que este Fredi, devoto de la Virgen de la Merced, miembro activo de la Archicofradía, y fetichista de fotografías, recuerdos y libros de Semana Santa – como yo – es, aparte de amigo, todo un baúl de recuerdos y anécdotas, y por eso accedió a mi petición de prestarme su material gráfico y escrito para beber de esas fuentes que han pregonado la Semana Santa de mi ciudad. Y aunque también he echado mano de gente como D. Francisco Gutiérrez Díaz – mi amigo Paco, historiador, gran escritor y orador, y autor del prólogo de todo este cúmulo de vivencias – y de las crónicas periodísticas del Diario Montañés o del periódico Alerta – artículos de Emilia Levi, Juan Carlos Flores, Elena Bilbao… – es del todo justo que ahora me acuerde de Fredi y de esos otros hermanos de cofradía, que me han ilustrado durante veinte años para poder sacar, ahora mismo, todos los recuerdos y las anécdotas que han quedado plasmadas para siempre en lo más profundo de mi corazón.
Por tanto, permítanme la licencia y dejen que empiece este capítulo de la siguiente manera y a modo de guión cinematográfico:
“Invierno 1984. Puerta de la Capilla de la Merced. Exterior noche. Sec. 0
Las noches de invierno siempre hacen acto de aparición a eso de las seis de la tarde. El sábado no ha estado del todo mal. Por la mañana, tras la catequesis de poscomunión con la Madre Encarnación en los locales de Hernán Cortes, encima de la ferretería El arca de Noe – por cierto, ya no existen ni los locales de la parroquia de Santa Lucía en esa calle ni la ferretería. Cosas del destino –, tras los juegos con los muñecos de “La guerra de las Galaxias” – acabábamos de ver hacía poco “El retorno del Jedi” en el salón del Club Bansander con un nudo en la garganta al comprobar cómo Darth Vader era el padre de Luke y moría entre los brazos de este tras dos capítulos anteriores en el que luchaban encarnizadamente con esas maravillosas espadas de colores –, y tras la película de “Sesión de tarde”, nos hemos encaminado con nuestro vecino Agustín a la puerta de la capilla de la Merced para dar comienzo a los ensayos del tambor.
Una vez en el interior, los niños de la banda, con los correajes ya puestos, hemos hecho un corro a lo largo de todo el local anexo de la capilla – local que tampoco existe actualmente – y a una orden de Víctor, hemos comenzado con la “marcha lenta” mientras Teresa y los allí presentes hacían un alto en sus quehaceres para, por espacio de unos minutos y en silencio, escuchar el ensayo…”