Escribo estas líneas después de haber visto en el cine “La Pasión de Cristo”, dirigida por Mel Gibson, y al tiempo que estoy escuchando su extraordinaria banda sonora. Una música envolvente y trágica compuesta para la ocasión por John Debney y que conjuga, de manera magistral, la música étnica con la coral y la sinfónica. Todo un acierto.
Este nuevo acercamiento a las últimas horas en la vida de Jesús de Nazaret, ha suscitado no poca polémica en todo el mundo por la extrema crudeza de sus imágenes – ya son cinco las personas fallecidas a causa de paradas cardíacas por la impresión recibida, aunque supongo que ya estarían enfermas antes de entrar a ver la película. Vamos, digo yo –, y si bien es cierto que las escenas de la flagelación y la crucifixión son de lo más horroroso que un ser humano pueda sufrir y contemplar – yo confieso que mi sensibilidad se vio seriamente dañada y que se me hizo especialmente incómodo el contemplarlo como un espectador impotente por no poder saltar hacia la pantalla para poder poner fin a tanta muestra de inhumanidad y crueldad – no puedo pasar por alto las virtudes que muestra la película, especialmente a la hora de presentarnos de una manera extraordinaria y totalmente conmovedora, a María, esa otra gran protagonista de la Pasión y a quien el cine siempre ha edulcorado de una manera totalmente exagerada y hasta el punto de que a uno siempre le ha parecido que esas actrices-vírgenes aparecían en el plano como un mero ornato y como – y perdonen la franqueza – si a ellas no les fuese la feria.
Este nuevo acercamiento a las últimas horas en la vida de Jesús de Nazaret, ha suscitado no poca polémica en todo el mundo por la extrema crudeza de sus imágenes – ya son cinco las personas fallecidas a causa de paradas cardíacas por la impresión recibida, aunque supongo que ya estarían enfermas antes de entrar a ver la película. Vamos, digo yo –, y si bien es cierto que las escenas de la flagelación y la crucifixión son de lo más horroroso que un ser humano pueda sufrir y contemplar – yo confieso que mi sensibilidad se vio seriamente dañada y que se me hizo especialmente incómodo el contemplarlo como un espectador impotente por no poder saltar hacia la pantalla para poder poner fin a tanta muestra de inhumanidad y crueldad – no puedo pasar por alto las virtudes que muestra la película, especialmente a la hora de presentarnos de una manera extraordinaria y totalmente conmovedora, a María, esa otra gran protagonista de la Pasión y a quien el cine siempre ha edulcorado de una manera totalmente exagerada y hasta el punto de que a uno siempre le ha parecido que esas actrices-vírgenes aparecían en el plano como un mero ornato y como – y perdonen la franqueza – si a ellas no les fuese la feria.