Esta es otra imagen del pasado que vuelve, con fuerza, al presente. Fue realizada por Alfredo Felices Rodríguez-Parets entre 1951 y 1952 para la extinta Cofradía de las Angustias, a la que ya me referí al hacer el comentario acerca de “Jesús ayudado por el Cirineo”.
El rostro es absolutamente conmovedor y gana bastante al verla en procesión, junto a la Cruz desnuda y el Sudario, donde la realeza de la talla se hace más visible y más acertada.
Estuvo al culto en la iglesia de la Compañía, pero al disolverse la Cofradía de las Angustias, pudo haber corrido la misma suerte que “Jesús ayudado por el Cirineo” o “El Santo Entierro”, que fueron a parar a las dependencias del Museo Diocesano de Santillana del Mar. Pensando en ese posible destino, una de las Camareras decidió llevarla a su propio domicilio hasta que las aguas volviesen a su cauce, lo que ocupó justamente treinta años, hasta el año 1999 en que dicha señora falleció, dejando como último deseo el que “La Virgen de las Angustias” volviese de nuevo a las procesiones de Santander.
Pero todo esto no ocurrió de manera inmediata, pues la burocracia y las cosas de palacio, siempre han ido muy despacio. Así que, tras el proceso de restauración a la que fue sometida en el 2000 a manos de Elisa Bañales, la Cofradía de los Dolores, matriz de la de las Angustias, comenzó pensando en un destino para volver a tener dicha imagen al culto de los fieles. El enclave definitivo fue la Parroquia de Ntra. Sra. De los Dolores, en Cajo, donde continúa presidiendo las Eucaristías allí celebradas.
Al tiempo que ocurría esto, comenzó a masticarse en el 2002 el proyecto de una posible refundación de la Cofradía de las Angustias, manteniendo contactos con diversos miembros del “gremio” de los sanitarios y médicos, tal y como recogió el Diario Montañés en su edición de once de marzo de ese mismo año:
“La Virgen de las Angustias” volverá a procesionar en el cincuentenario de su inauguración, después de treinta y cuatro años de no participar en los cortejos penitenciales. Con ella reaparecerán también algunos cofrades de la hermandad titular, hoy en proceso de reorganización, que en su día (1946-1963) integraron los profesionales de la Sanidad (médicos, enfermeros, practicantes, etc.). El hábito se compone de túnica negra con bocamangas de encaje blanco y cruz de Malta blanca sobre el pecho, cubrerrostro también negro, capa y cíngulo amarillos, calzado negro. El emblema presenta el corazón de la Virgen atravesado por la espada sobre una Cruz de Malta. Rodeando este motivo central, las palmas del martirio y encima corona real.
La imagen será portada a hombros. La bandera, guión y varas de mando de Las Angustias que podrán verse en la procesión, son los originales de la época fundacional, pues conservó la primera celosamente durante años doña Asunción Calderón G. de Rueda y el resto de enseres fueron custodiados por las Madres Clarisas de Santillana del Mar desde que llegaron al Museo Diocesano desde la Parroquia de la Anunciación en 1969.
No ha perdurado, sin embargo, el trono original; ni tampoco han podido ser localizados ni la Cruz ni los artísticos candelabros y candeleros que tuvo el Paso en su origen. La imagen, sus puñales y la corona de espinas que porta, así como sus vestidos y manto procesional, estuvieron por espacio de treinta años (1969-1999) al cuidado de la que fuera su Camarera – y promotora de su realización – doña María Luisa de la Llama.
Juan Carlos Flores-Gispert – 2002”
Sin embargo, al naufragar por completo este proyecto, fue la Cofradía del Descendimiento quien quiso hacerse cargo de ella para poder procesionarla de manera digna en la jornada de Viernes Santo, por lo que, tras varias negociaciones con Los Dolores, esta idea fue llevada a cabo para lograrla en esta pasada Semana Santa 2004.
En los días previos a la Semana Santa, todos pudimos ver a los del Descendimiento trabajar en unas andas nuevas para llevar a la Virgen; a las Camareras vestir nuevamente a “Las Angustias” como si el tiempo se hubiera detenido en aquella década de los 60; e incluso comprobamos cómo colocaban una Cruz desnuda en la parte frontal de las andas, colocaban el Sudario, y luego situaban a la Virgen en la parte posterior, como se había hecho toda la vida.
Pero como si de una broma del destino se tratara, quiso entonces que la Procesión General del Santo Entierro se suspendiera a causa del terrible tiempo climatológico que hubo durante todo el día, por lo que, un año más, “La Virgen de las Angustias” se quedó a las puertas de volver a procesionar por las calles de Santander. No obstante, ese día fue el de mayor concentración de público dentro de la carpa en estos diez años de exposiciones, por lo que la imagen pudo ser admirada por incontables personas que, algunos con nostalgia, volvieron a evocar aquel pasado en que la Virgen salía acompañada por los miembros sanitarios de la ciudad.
El rostro es absolutamente conmovedor y gana bastante al verla en procesión, junto a la Cruz desnuda y el Sudario, donde la realeza de la talla se hace más visible y más acertada.
Estuvo al culto en la iglesia de la Compañía, pero al disolverse la Cofradía de las Angustias, pudo haber corrido la misma suerte que “Jesús ayudado por el Cirineo” o “El Santo Entierro”, que fueron a parar a las dependencias del Museo Diocesano de Santillana del Mar. Pensando en ese posible destino, una de las Camareras decidió llevarla a su propio domicilio hasta que las aguas volviesen a su cauce, lo que ocupó justamente treinta años, hasta el año 1999 en que dicha señora falleció, dejando como último deseo el que “La Virgen de las Angustias” volviese de nuevo a las procesiones de Santander.
Pero todo esto no ocurrió de manera inmediata, pues la burocracia y las cosas de palacio, siempre han ido muy despacio. Así que, tras el proceso de restauración a la que fue sometida en el 2000 a manos de Elisa Bañales, la Cofradía de los Dolores, matriz de la de las Angustias, comenzó pensando en un destino para volver a tener dicha imagen al culto de los fieles. El enclave definitivo fue la Parroquia de Ntra. Sra. De los Dolores, en Cajo, donde continúa presidiendo las Eucaristías allí celebradas.
Al tiempo que ocurría esto, comenzó a masticarse en el 2002 el proyecto de una posible refundación de la Cofradía de las Angustias, manteniendo contactos con diversos miembros del “gremio” de los sanitarios y médicos, tal y como recogió el Diario Montañés en su edición de once de marzo de ese mismo año:
“La Virgen de las Angustias” volverá a procesionar en el cincuentenario de su inauguración, después de treinta y cuatro años de no participar en los cortejos penitenciales. Con ella reaparecerán también algunos cofrades de la hermandad titular, hoy en proceso de reorganización, que en su día (1946-1963) integraron los profesionales de la Sanidad (médicos, enfermeros, practicantes, etc.). El hábito se compone de túnica negra con bocamangas de encaje blanco y cruz de Malta blanca sobre el pecho, cubrerrostro también negro, capa y cíngulo amarillos, calzado negro. El emblema presenta el corazón de la Virgen atravesado por la espada sobre una Cruz de Malta. Rodeando este motivo central, las palmas del martirio y encima corona real.
La imagen será portada a hombros. La bandera, guión y varas de mando de Las Angustias que podrán verse en la procesión, son los originales de la época fundacional, pues conservó la primera celosamente durante años doña Asunción Calderón G. de Rueda y el resto de enseres fueron custodiados por las Madres Clarisas de Santillana del Mar desde que llegaron al Museo Diocesano desde la Parroquia de la Anunciación en 1969.
No ha perdurado, sin embargo, el trono original; ni tampoco han podido ser localizados ni la Cruz ni los artísticos candelabros y candeleros que tuvo el Paso en su origen. La imagen, sus puñales y la corona de espinas que porta, así como sus vestidos y manto procesional, estuvieron por espacio de treinta años (1969-1999) al cuidado de la que fuera su Camarera – y promotora de su realización – doña María Luisa de la Llama.
Juan Carlos Flores-Gispert – 2002”
Sin embargo, al naufragar por completo este proyecto, fue la Cofradía del Descendimiento quien quiso hacerse cargo de ella para poder procesionarla de manera digna en la jornada de Viernes Santo, por lo que, tras varias negociaciones con Los Dolores, esta idea fue llevada a cabo para lograrla en esta pasada Semana Santa 2004.
En los días previos a la Semana Santa, todos pudimos ver a los del Descendimiento trabajar en unas andas nuevas para llevar a la Virgen; a las Camareras vestir nuevamente a “Las Angustias” como si el tiempo se hubiera detenido en aquella década de los 60; e incluso comprobamos cómo colocaban una Cruz desnuda en la parte frontal de las andas, colocaban el Sudario, y luego situaban a la Virgen en la parte posterior, como se había hecho toda la vida.
Pero como si de una broma del destino se tratara, quiso entonces que la Procesión General del Santo Entierro se suspendiera a causa del terrible tiempo climatológico que hubo durante todo el día, por lo que, un año más, “La Virgen de las Angustias” se quedó a las puertas de volver a procesionar por las calles de Santander. No obstante, ese día fue el de mayor concentración de público dentro de la carpa en estos diez años de exposiciones, por lo que la imagen pudo ser admirada por incontables personas que, algunos con nostalgia, volvieron a evocar aquel pasado en que la Virgen salía acompañada por los miembros sanitarios de la ciudad.