


Es en este capítulo cuando, de una forma inexorable, he de hacer mención a todo aquello que sólo se puede descubrir “desde dentro”, es decir, una vez que uno forma parte de todo este entramado de procesiones, idas y venidas, y demás colecciones de sensaciones y buenos momentos, aderezados estos con unas gotitas de nervios e incertidumbres hasta conseguir el punto exacto y adecuado para su degustación. Ahí es nada.
Es en el preciso instante en que los chicos del barrio formamos y fundamos la Banda de Tambores y Cornetas de la Merced, cuando se consigue entablar contacto con otras gentes que también forman parte del mundo de la Semana Santa de Santander. Y es entonces cuando se descubren similitudes, coincidencias… Cuando dejo a un lado el mundo de la Semana Santa visto a través de los ojos de la infancia, mero espectador infantil, y atrapo (para no soltarlo jamás. Eso lo sé ahora) a la Semana Santa como un mundo donde la participación, la entrega y el “estar ahí”, forman parte del elenco acertado de esto que he calificado a lo largo de este “concierto de recuerdos”como “la película de mi vida”.
Y aunque parezca una contradicción, es entonces cuando ya no vuelvo a presenciar nunca una procesión. Si me preguntan cómo desfilan unos, cómo van otros, o cómo va presentada esta imagen o aquella otra, he de decir que no tengo la menor idea y que las únicas nociones que tengo de eso las he ido adquiriendo a través de grabaciones personales en video o fotografías. Y es que es entonces cuando uno ya forma parte de la Semana Santa desde un lugar interno, desde el lugar designado para procesionar con mi bombo. Lo que pasa detrás de mí, o en la otra cofradía a lo largo del cortejo procesional, es algo de lo que uno se entera muy a posteriori. Es como cuando te cuentan una película que te mueres de ganas por visionar una y otra vez.
En definitiva, a partir del año 1985, las imágenes de mi infancia pasan a convertirse en las imágenes de mi vida, y además, voy descubriendo un buen ramillete de imágenes que nunca había visto procesionar antes, pues se fueron incorporando a medida que pasaban los años. Y de esto me enteraba por terceros, a quienes les oía comentar lo bien que estaba, por ejemplo, “Jesús ayudado por el Cirineo” después de tantos años expuesto en el Museo Diocesano “Regina Coeli” de Santillana del Mar; o la urgencia por restaurar “El expolio”, o cómo conseguir rescatar de un domicilio particular a “La Virgen de las Angustias”; o a ver quién tenía valor para volver a montar “El Santo Entierro”…
Muchas de estas imágenes, a las que me daba prisa por retener en mi retina y en mi memoria, las descubrí un año en que se expusieron todas en la calle Miguel Artigas, pues es conocida la dificultad de muchas cofradías por conseguir un espacio para poder montar sus imágenes. Y allí, en aquella mañana de Viernes Santo de finales de los 80, fui una por una descubriéndolas, saboreándolas, disfrutando al ver a las gentes de otras cofradías ultimando los detalles para la procesión de por la tarde.
Fue en ese momento cuando descubrí otra perspectiva de lo que significaba Semana Santa. Ya no sólo era la Cofradía de la Merced. Eran otras muchas a las que había visto procesionar desde la lejanía que da el ser un simple espectador. Ahora podía disfrutar de sus hábitos palpándolos en mis propias manos; podía ayudar a colocar el laurel sobre una u otra imagen; podía mirar, como principal resumen, a esos otros nazarenos desde la posición del compañerismo y el “tú a tú”.
Y aquello se acentuaría de una manera totalmente definitiva en el año 1993, con la instalación de una gran carpa en la plaza de Alfonso XIII y donde se expondrían al público todas las imágenes de la Semana Santa santanderina. Algo que merece mención y, sobre todo, homenaje a aquellos que consolidaron esta idea hasta el punto de conseguir, con los años, un proyecto tan estable y querido para el público en general.
Debo reconocer que es difícil explicar a través de estas líneas lo que se siente al trabajar codo con codo con mucha más gente para presentar un trabajo de estas características al público. Es como si me pidiesen que explicara al momento lo que uno siente cuando está enamorado. Por eso, es mejor transcribir alguna que otra crónica de la época para, después, dar rienda suelta a mis recuerdos y mis sensaciones. Mi particular homenaje a mis compañeros de Semana Santa.
“Por primera vez en la historia de la Semana Santa santanderina, que se remonta al siglo XVI, podrán contemplarse juntos la práctica totalidad de los Pasos que se exhiben en esta fiesta religiosa. Desde el veintiséis de marzo próximo y hasta el once de abril, domingo de Resurrección, una veintena de las mejores muestras de la imaginería religiosa, se mostrarán en una gran carpa que se instalará en la plaza de Alfonso XIII, frente a Correos. Durante quince días podrán verse de cerca obras de gran calidad que, en muchos casos, sólo pueden admirarse en algunas iglesias o en las procesiones.
Aunque hace algunos años, varios de los Pasos que se muestran en los desfiles procesionales de Semana Santa fueron exhibidos juntos en la calle Miguel Artigas, la Junta de Cofradías de Santander puede ver por fin cumplido uno de sus sueños, aunque sólo sea de manera temporal, “mostrar la rica imaginería religiosa que posee la ciudad, que es desconocida en muchos casos debido a que las imágenes sólo se ven un momento durante las procesiones”. Así lo explica Francisco Gutiérrez Díaz, secretario de la Junta, que atribuye todo el mérito de la exposición al concejal Jesús Ceballos, que se encarga de todos los aspectos técnicos, incluida la búsqueda de patrocinadores.
En la carpa podrán admirarse notables muestras de la creación escultórica dedicada al fervor religioso. Como la “Virgen de los Dolores”, obra de Daniel Alegre, creada en 1941, Paso procesional del que destaca la corona de la Virgen, el trono y el gran manto de veintiocho metros cuadrados, realizado en terciopelo y oro. Otros Pasos que se mostrarán son el “Descendimiento”, de Víctor de los Ríos, compuesto por siete figuras, realizado entre 1948 y 1951 y restaurado en 1991; el “Cristo de la Agonía con Dolorosa”, obra de Daniel Alegre, figuras realizadas respectivamente en 1921 y 1928; “El Cristo del Amor”, de Daniel Alegre, realizado en 1947, con su correspondiente Dolorosa, de 1940 y EL San Juan de Víctor de los Ríos, realizado en 1951.
También se podrán contemplar, entre la veintena de obras exhibidas, el “Cristo Yacente”, obra de Lorenzo Coullaut Valera (1924), considerada la mejor talla de cuantas se muestran en Santander; “La Virgen de la Esperanza”, creación de Manuel Cacicedo en 1959, recién restaurada, y el “San Juan”, obra también de Coullaut Valera, de 1925 y que restaura en la actualidad Marisol Bolado.
Otras obras que se podrán contemplar son “El Resucitado” de Cobo Calderón (1991), “El Señor de la Misericordia”, de Reixa (1925) y “El Flagelado”, realizado en 1948 por Víctor González Gil.
Sin embargo no podrá ser contemplado el Paso estrella de cuantos se encuentran en Cantabria. Se trata de “El Santo Entierro”, considerado el mejor Paso español del siglo XX, según calificación reciente del historiador del arte Diego Angulo Iñiguez. En la actualidad, se exhibe en el Museo Diocesano de Santillana del Mar. Este Paso, y tres más, no desfilan en las procesiones. Se tratan de “El Expolio”, obra de Víctor de los Ríos, depositado en La Catedral, y que necesita una total restauración; “La Virgen de las Angustias”, depositada en un domicilio particular de Santander; y “La Tercera Caída”, obra de Manuel Cacicedo y propiedad de la Parroquia de San Román de la Llanilla.
Entre las novedades para la próxima Semana Santa (del cinco al once de abril), ya se anuncia el desfile procesional de una nueva cofradía penitencial formada el pasado año. Se trata de la Cofradía de la Salud, con sede en la Iglesia de Consolación, en la calle Alta. Esta cofradía mostrará el Paso de “Cristo en su Segunda Caída”, que ha realizado este año Fernando Cruz Solís.
Es en el preciso instante en que los chicos del barrio formamos y fundamos la Banda de Tambores y Cornetas de la Merced, cuando se consigue entablar contacto con otras gentes que también forman parte del mundo de la Semana Santa de Santander. Y es entonces cuando se descubren similitudes, coincidencias… Cuando dejo a un lado el mundo de la Semana Santa visto a través de los ojos de la infancia, mero espectador infantil, y atrapo (para no soltarlo jamás. Eso lo sé ahora) a la Semana Santa como un mundo donde la participación, la entrega y el “estar ahí”, forman parte del elenco acertado de esto que he calificado a lo largo de este “concierto de recuerdos”como “la película de mi vida”.
Y aunque parezca una contradicción, es entonces cuando ya no vuelvo a presenciar nunca una procesión. Si me preguntan cómo desfilan unos, cómo van otros, o cómo va presentada esta imagen o aquella otra, he de decir que no tengo la menor idea y que las únicas nociones que tengo de eso las he ido adquiriendo a través de grabaciones personales en video o fotografías. Y es que es entonces cuando uno ya forma parte de la Semana Santa desde un lugar interno, desde el lugar designado para procesionar con mi bombo. Lo que pasa detrás de mí, o en la otra cofradía a lo largo del cortejo procesional, es algo de lo que uno se entera muy a posteriori. Es como cuando te cuentan una película que te mueres de ganas por visionar una y otra vez.
En definitiva, a partir del año 1985, las imágenes de mi infancia pasan a convertirse en las imágenes de mi vida, y además, voy descubriendo un buen ramillete de imágenes que nunca había visto procesionar antes, pues se fueron incorporando a medida que pasaban los años. Y de esto me enteraba por terceros, a quienes les oía comentar lo bien que estaba, por ejemplo, “Jesús ayudado por el Cirineo” después de tantos años expuesto en el Museo Diocesano “Regina Coeli” de Santillana del Mar; o la urgencia por restaurar “El expolio”, o cómo conseguir rescatar de un domicilio particular a “La Virgen de las Angustias”; o a ver quién tenía valor para volver a montar “El Santo Entierro”…
Muchas de estas imágenes, a las que me daba prisa por retener en mi retina y en mi memoria, las descubrí un año en que se expusieron todas en la calle Miguel Artigas, pues es conocida la dificultad de muchas cofradías por conseguir un espacio para poder montar sus imágenes. Y allí, en aquella mañana de Viernes Santo de finales de los 80, fui una por una descubriéndolas, saboreándolas, disfrutando al ver a las gentes de otras cofradías ultimando los detalles para la procesión de por la tarde.
Fue en ese momento cuando descubrí otra perspectiva de lo que significaba Semana Santa. Ya no sólo era la Cofradía de la Merced. Eran otras muchas a las que había visto procesionar desde la lejanía que da el ser un simple espectador. Ahora podía disfrutar de sus hábitos palpándolos en mis propias manos; podía ayudar a colocar el laurel sobre una u otra imagen; podía mirar, como principal resumen, a esos otros nazarenos desde la posición del compañerismo y el “tú a tú”.
Y aquello se acentuaría de una manera totalmente definitiva en el año 1993, con la instalación de una gran carpa en la plaza de Alfonso XIII y donde se expondrían al público todas las imágenes de la Semana Santa santanderina. Algo que merece mención y, sobre todo, homenaje a aquellos que consolidaron esta idea hasta el punto de conseguir, con los años, un proyecto tan estable y querido para el público en general.
Debo reconocer que es difícil explicar a través de estas líneas lo que se siente al trabajar codo con codo con mucha más gente para presentar un trabajo de estas características al público. Es como si me pidiesen que explicara al momento lo que uno siente cuando está enamorado. Por eso, es mejor transcribir alguna que otra crónica de la época para, después, dar rienda suelta a mis recuerdos y mis sensaciones. Mi particular homenaje a mis compañeros de Semana Santa.
“Por primera vez en la historia de la Semana Santa santanderina, que se remonta al siglo XVI, podrán contemplarse juntos la práctica totalidad de los Pasos que se exhiben en esta fiesta religiosa. Desde el veintiséis de marzo próximo y hasta el once de abril, domingo de Resurrección, una veintena de las mejores muestras de la imaginería religiosa, se mostrarán en una gran carpa que se instalará en la plaza de Alfonso XIII, frente a Correos. Durante quince días podrán verse de cerca obras de gran calidad que, en muchos casos, sólo pueden admirarse en algunas iglesias o en las procesiones.
Aunque hace algunos años, varios de los Pasos que se muestran en los desfiles procesionales de Semana Santa fueron exhibidos juntos en la calle Miguel Artigas, la Junta de Cofradías de Santander puede ver por fin cumplido uno de sus sueños, aunque sólo sea de manera temporal, “mostrar la rica imaginería religiosa que posee la ciudad, que es desconocida en muchos casos debido a que las imágenes sólo se ven un momento durante las procesiones”. Así lo explica Francisco Gutiérrez Díaz, secretario de la Junta, que atribuye todo el mérito de la exposición al concejal Jesús Ceballos, que se encarga de todos los aspectos técnicos, incluida la búsqueda de patrocinadores.
En la carpa podrán admirarse notables muestras de la creación escultórica dedicada al fervor religioso. Como la “Virgen de los Dolores”, obra de Daniel Alegre, creada en 1941, Paso procesional del que destaca la corona de la Virgen, el trono y el gran manto de veintiocho metros cuadrados, realizado en terciopelo y oro. Otros Pasos que se mostrarán son el “Descendimiento”, de Víctor de los Ríos, compuesto por siete figuras, realizado entre 1948 y 1951 y restaurado en 1991; el “Cristo de la Agonía con Dolorosa”, obra de Daniel Alegre, figuras realizadas respectivamente en 1921 y 1928; “El Cristo del Amor”, de Daniel Alegre, realizado en 1947, con su correspondiente Dolorosa, de 1940 y EL San Juan de Víctor de los Ríos, realizado en 1951.
También se podrán contemplar, entre la veintena de obras exhibidas, el “Cristo Yacente”, obra de Lorenzo Coullaut Valera (1924), considerada la mejor talla de cuantas se muestran en Santander; “La Virgen de la Esperanza”, creación de Manuel Cacicedo en 1959, recién restaurada, y el “San Juan”, obra también de Coullaut Valera, de 1925 y que restaura en la actualidad Marisol Bolado.
Otras obras que se podrán contemplar son “El Resucitado” de Cobo Calderón (1991), “El Señor de la Misericordia”, de Reixa (1925) y “El Flagelado”, realizado en 1948 por Víctor González Gil.
Sin embargo no podrá ser contemplado el Paso estrella de cuantos se encuentran en Cantabria. Se trata de “El Santo Entierro”, considerado el mejor Paso español del siglo XX, según calificación reciente del historiador del arte Diego Angulo Iñiguez. En la actualidad, se exhibe en el Museo Diocesano de Santillana del Mar. Este Paso, y tres más, no desfilan en las procesiones. Se tratan de “El Expolio”, obra de Víctor de los Ríos, depositado en La Catedral, y que necesita una total restauración; “La Virgen de las Angustias”, depositada en un domicilio particular de Santander; y “La Tercera Caída”, obra de Manuel Cacicedo y propiedad de la Parroquia de San Román de la Llanilla.
Entre las novedades para la próxima Semana Santa (del cinco al once de abril), ya se anuncia el desfile procesional de una nueva cofradía penitencial formada el pasado año. Se trata de la Cofradía de la Salud, con sede en la Iglesia de Consolación, en la calle Alta. Esta cofradía mostrará el Paso de “Cristo en su Segunda Caída”, que ha realizado este año Fernando Cruz Solís.
Juan Carlos Flores Gispert – 15 de febrero de 1993”