“A la Real Hermandad. A la primera Cofradía. A la de los Dolores Gloriosos de la Stma. Virgen y San Andrés Apóstol:
Reconozcamos la equivocación en que incurrimos en nuestras reuniones fundacionales. Temimos que nuestros ardores de celo apostólico se helarían con la frialdad del ambiente. Vimos el aluvión de burlas y motes que arrojaría de nuestras cabezas los capuchones y que dispersaría el tímido grupo de imprudentes cofrades. Los hábitos, las andas, las imágenes se liquidarían a precio de ruina. Nos equivocamos. Nuestra hermandad ha sido la primogénita entre once y madre de siete.
No pido derechos y título de patriarcado para la hermandad inicial e iniciadora.
Aconsejo se constituya un régimen de familia. Todas las hermandades tienen el mismo Padre, el mismo Hermano, Jesucristo; la misma Madre.
Débese prestar apoyo, protección a toda nueva hermandad paciente. Más así que llegue a la madurez de su ser, concédasele emancipación, autonomía, iniciativa, patrimonio; que son atributos inalienables e inembargables de toda personalidad plena.
Y la variedad es alegría, belleza, atractivo. La uniformidad cansa. En casa y en familia se vive feliz en pobreza, como a pesar de la abundancia de recursos, no se vive en los campos de concentración.
Cada planta vive según su especie y cada semilla se multiplica en otras iguales. Digo que cada hermandad debe promover el desarrollo de la idea germinal de la que brotó; traducir a realidades prácticas las orientaciones en las que se hizo palpitar a los primeros ímpetus.
La hermandad primogénita se debió a la idea de glorificar los Dolores de la Stma. Virgen. Glorificarlos es hacerlos fecundos de hijos marianos; multiplicar el culto mariano; recordar sus invocaciones como apellidos familiares de hermandad; promover la constitución de hermandades, crear centros de Santificación y celo; pasear a la Stma. Virgen por el corazón de los santanderinos.
Bien venidas sean cuantas hermandades apruebe el Obispo diocesano. Con su color en los hábitos. Con su nombre propio. Con sus finalidades. Con su peculiaridad individual.
La hermandad progenitora ideó las hermandades por profesiones. Intentaba el apostolado del ambiente, hacer del trabajo cebo de atracción; lazo unitivo; medio de culto; fuente de fraternidad; fomento de cooperación precio de redención; beso de Dios y de Nuestra Madre celestial sobre la frente sudorosa del cofrade.
No mordisqueemos con la murmuración concepciones de otros fundadores; mas no dejemos caer sobre piedra la semilla que un día guardamos en los hórreos de la Real Hermandad.
Nos comprometimos a copiar en nuestros afanes apostólicos el arrojo, tesón y abnegada solicitud de San Andrés.
No hay descanso hasta que cada una de las profesiones no cuente con su hermandad que le facilite el cumplimiento de sus derechos religiosos, el fomento de las virtudes cristianas, la adquisición de sobrados méritos sobrenaturales y su perfeccionamiento moral y humano.
De camino y sin estorbo de lo antedicho, bueno será que el ciudadano y el cuerpo encuentren provechosas ventajas en su vivir en hermandad.
Nunca es la justicia tan generosa, benigna y satisfaciente como la caridad. Ni el Estado tiene entrañas tan fértiles como la Iglesia.
Por eso, y sin menoscabo de las instituciones estatales, debe la Real Hermandad sorprender los ingeniosos recursos y abrir el pecho de la caridad cristiana para idear las distintas atenciones que a través de las mil aplicaciones de la misericordia divina, aligeren, endulcen, sanen… las mil necesidades privadas y sociales que pueden afligir a los hermanos.
Es obra que compete a la Junta de Hermandades. Ante ella, deben proponerla esa Real Hermandad y sus filiales.
Los unos por otros y Dios por todos.
Glorificados los Dolores de la Stma. Virgen.
Bendito Dios ahora y siempre.
Lorenzo – Obispo Tit. De Andeda.”
El Paso de “la Virgen de los Dolores” cerraba las procesiones los días de Jueves y Viernes Santo, días de especial recogimiento en unos tiempos – insisto, principios de los 80 – en que no había la televisión de ahora y el cine que echaban por la caja tonta – que no lo era tanto – se dignaba con las distintas versiones o adaptaciones que de la Biblia se realizaron en el Hollywood de entonces. Recuerdo aquellos días con títulos como “La túnica sagrada” – la primera película del Cinemascope -, el “Rey de reyes” de Nicholas Ray o incluso “El evangelio”, de Pasolini, por citar un ejemplo de cine en blanco y negro, que de eso se trata.
Curiosamente, el primer gran recuerdo de cine de época que tengo se remonta a la inauguración de las ya desaparecidas salas de cine Bahía, que con la proyección de “Quo Vadis”, obtuve mis primeras nociones de quien fue el apóstol Pedro en sus últimos días de vida y de cómo no quiso morir en la Cruz como su Maestro y por tal motivo lo crucificaron boca abajo en uno de los planos cinematográficos más solemnes de toda la historia del cine.
Todas ellas eran películas que uno veía después de comer y que terminaban cuando comenzaban las procesiones, así que el sentimiento de piedad y culpabilidad no parecía terminar nunca, y cuando pasaba la imagen de la “Dolorosa”, la última del cortejo procesional, aquello ya se asemejaba a las torturas aquellas que le practicaban a Gary Cooper en “Tres lanceros bengalíes”. Cosas de un niño de diez años. Pero, en definitiva, lo curioso del caso es que me empeñaba en identificar las escenas de aquellas películas en los Pasos que procesionaban por la ciudad, y a mí no me cuadraba el que las vírgenes de película llevasen coronas o diademas, y mucho menos puñales en el pecho, como llevaba – y sigue llevando – esa reina que es “La Virgen de los Dolores”, acompañada por nazarenos vestidos de blanco y negro – los colores de la Cofradía –, y escoltada, por aquel entonces, por los miembros de la Banda de Tambores de la Cruz Roja.
Por esas fechas, y continuando con el buceo en el baúl de la memoria, el periódico Alerta publicó en su edición del 3 de abril de 1980, Jueves Santo – yo ya como espectador infantil de la película de mi vida –, una entrevista a D. Jesús Diego, que fuera Presidente de la Junta de Cofradías y Hermano Mayor de la Cofradía de los Dolores, en la cual él relataba inicios y recuerdos con la inspiración puesta siempre en su Virgen de los Dolores:
“De las antiguas procesiones que se pasearon por nuestras calles antes de la guerra civil, y que organizaba la Venerable Orden Tercera de San Francisco, sólo quedaron, tras la contienda, tres Pasos: “El Cristo Yacente”, “Jesús con la Cruz a cuestas” y el “Ecce Homo” – finalmente destruido –, custodiados en la Iglesia de San Francisco. A partir de ello se crearían las cofradías en nuestra región que, desde el año 38, fecha en que se decidió revitalizar las procesiones de Semana Santa, han tenido un testigo a lo largo de todo este tiempo. D. Jesús Diego Soto, hoy Presidente de la Junta de Cofradías.
– El fundador y primer Presidente fue Mariano Tomé Cabrero, un segoviano que vivió en Santander durante casi toda su vida. El segundo Presidente fue Heraclito Iribarnegaray, hasta que hace cuatro años presido yo las cofradías.
Jesús Diego es además Hermano Mayor de la Cofradía de los Dolores, que sabemos que es la más antigua de Santander.
– Justamente en el 38 se creó esta cofradía, cuyo nombre real y completo es Real Hermandad y Cofradía de Nazarenos de los Dolores Gloriosos de la Santísima Virgen y San Andrés Apóstol. La denominación tiene fuertes connotaciones andaluzas porque nos basamos, para la creación de la cofradía, en las procesiones que se hacían por el sur de España. Por lo tanto, la “Dolorosa”, que es el último Paso que desfila en la procesión santanderina, es el más antiguo. Nuestra cofradía también tiene “El Cristo del Amor”. Ya en ese año salimos con una de escayola que aún estaba húmeda cuando la vestimos en San Francisco. Llevaba una magnífica corona que hizo el platero Mucientes y la sacamos en unas andas que pesaban una barbaridad. Al año siguiente se fundó la Junta de Cofradías, dando auge a todo esta primera cofradía, la de los Dolores. Y ya se hicieron las cosas más reposadamente y, por lo tanto, mejor.
Tenemos entendido que las cofradías, hasta hace unos años, las regían los gremios.
– Sí, cada gremio tenía su cofradía, sus Pasos en las procesiones. Así, el gremio de la alimentación tenía el Paso del “Descendimiento”; los agentes comerciales el de “La Virgen de la Esperanza”; los profesionales sanitarios el de “Nuestra Señora de las Angustias”; los funcionarios públicos, “La Humillación”; también estaba la Cofradía de la Paloma y San Juan Apóstol, que organizaban los vecinos de Numancia, y cuyo Paso era “El Prendimiento”… Todas estas hermandades filiales de la Cofradía de los Dolores. Otras cofradías son las de la Inmaculada, con el “Cristo Yacente” y “Jesús con la Cruz a cuestas”; la Archicofradía de la Pasión, con “La Virgen de la Amargura”; y la Cofradía de La Agonía, con “La Virgen de los Dolores junto al Cristo de la Agonía”.
El Paso de la cofradía más antigua, “La Virgen de los Dolores”, es quizá el más sobresaliente, colaborando en su esplendor las riquezas que lo componen.
– Cuando me hicieron presidente, prohibí estas donaciones de joyas y valores que tradicionalmente se hacían a la Virgen. Este alarde de riqueza no correspondía al fervor religioso y además era un continuo peligro su custodia.
Desde enero, se reúnen las cofradías una vez por semana para ir preparando la Semana Santa. ¿Hay colaboración por parte de la gente o esta labor, esta tradición, va languideciendo?
– Hemos pasado por una especie de lapsus, en la que no había interés. Pero ahora hay mucha gente, especialmente jóvenes, que tienen auténtico entusiasmo. De todas formas, hace falta que se anime más la gente, que venga a las cofradías.
P. G.”
La obra maestra de “la película de mi vida” está al culto en la Parroquia de San Francisco, en un precioso altar con columnas doradas a la derecha del Altar Mayor. Le falta el palio, la candelería y todo el resto de aditamentos, pero sigue siendo soberbia, como ya he dicho anteriormente.
Actualmente, el Paso estrella continúa cerrando las procesiones de “La Santa Vera Cruz y Pasión del Señor” – Jueves Santo – y la del “Santo Entierro” – Viernes Santo –, escoltada por miembros del Cuerpo de la Policía Nacional de Ávila, con uniforme de gala y a los cuales, en esta Semana Santa de 2004, la Cofradía de los Dolores les ha hecho entrega de un banderín a modo de homenaje por la compañía que le hacen a su Virgen.
Y al igual que las viejas películas de mi infancia, “La Virgen de los Dolores” me sigue llenando de emoción. La misma que siento cada vez que veo el final de “Ladrón de bicicletas”, con ese padre y su hijo, cogidos de la mano, con un nudo en la garganta y perdiéndose entre la multitud.
La idéntica multitud que puede seguir desde el silencio y el respeto, las procesiones de Semana Santa.
Estampa maravillosa en blanco y negro del de antes.